martes, 28 de abril de 2009

Fragmentos

Comencé a respirar lentamente mientras esperaba, sabia que habia debido cambiarme los zapatos pero poco importaba en esa ocacion. Asi entonces, vestido y armado como estaba comence a suspirar esperando que de esa manera lograse correr el mal humor que tenia.
Finalmente me santigüe, en un correctisimo angulo perpendicular entre las lineas de mi frente a mi corazon, y la otra horizontal entre los hombros, y camine hacia la puerta del departamento.

Es verdad, resoplabamos con bastante enojo pero, no crei que pudiese ofender a alguien por ello. Dejamos el abrigo en el armario, nos sacudimos un poco el polvo de los hombros, las pelusas de los bolsillos y caminamos hacia un pequeño estudio. A medida que uno iba llegando a este pequeño estudio, empezaba a escuchar grabaciones bastante viejas de una madre y su hija, y seguido a esto notaba la creciente fuerza que la mesa ratona (y no el raton debajo de esta) ejercia sobre nuestra atencion. La mesa era, bueno justamente una mesa, de forma circular, atiborrada de adornos y remataba en unas feas patas de leon, entre la que retozaba el raton que antes mencione.

Pero no necesariamente esta fuerza de voluntad pueda reestablecer este decaimiento una vez que nuestro humor es el correcto, es como una traba de seguridad sentimental que uno lleva incorporada.

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