Mientras miraba por la ventana de Bangladesh perdido en mis pensamientos, siguiendo a Miles en los parlantes y a Bowie en aquel laberinto de calles y gente, de repente un chico muy cabezón se sentó en la butaca de enfrente (si, Bangladesh tiene BUTACAS, no sillas). El niño era tan cabezón que se lo confundía a simple vista con una mesa con pantalones, para colmo miraba fijo y ladeaba la cabeza, dando el efecto de que todo lo que estuviese apoyado ahí arriba se iba a caer de inmediato.
Comencé a mirar al rededor a ver de donde, o de quién podría haber salido: Hacia el norte, ubicándose en la zona de los vapores etilicos, estaba Víctor apoyado en la barra o discutiendo con su mano, El barman (Randall Sangario creo que se llama) limpiando obsesivamente una de los porrones que hace instantes estaba en la mano de Víctor, así que de ahí no podía venir: era una zona poco probable para la gestación y ubicación de menores. Por otro lado, más hacia el rincón, estaba el sector de los humos de tabaco y de las pilas y pilas de libros. Ese páramo tenia fama de misterioso, ya que no eran pocas las cosas y personas perdidas, y de vez en cuando encontradas por alli. Así que el niño (si se lo puede llamar así. Creo que Coso seria mas apropiado), podría tanto venir de ahí, como no venir de ahí.
Molesto, por las pocas respuestas de mi investigación, mire al niño y le pregunte que quería, si venía en paz, o si quería que lo llevara con nuestro líder (supongo que sería Randall, ya que era el encargado del bar. Pero qué sé yo, además parecían demasiado ocupados en demostrarle a la mano de Víctor que no era posible convertir un porrón de cerveza en una bañera portátil). A mi pregunta, el niño balbuceo un algo... no entendí que, pero no me moleste en preguntarle porque me llamó la atención algo que tenía entre las manos. Era como una plastilina negra, pero brillante. Que él dejaba derramarse, o caerse entre una mano y la otra. Finalmente, mientras amazaba esa cosa el niño me miro, y sonrió. Apretó las manos con mucho cariño y comenzó a caminar hacia mi lado con aire cómplice. Se sentó, miro en derredor con aire preocupado y mientras, arranco un pedazo de la cosa esa y se puso a masticarlo con deleite o asco. Yo no podía sacar la vista de su boca, eso que estaba masticando se le chorreaba en hilos negros por costado de la boca hasta caer al suelo. Algunas gotas terminaban haciendo un agujero en el piso y curiosamente otras caían, se estampaban contra el piso, y al instante formaban un soldadito de plomo.
El dijo que muy pronto llegaría su madre y tendría que irse, se saco la masa ensalivada de la boca, la dejó sobre la mesa y me preguntó si la quería.
Yo no sabía, no entendía que era así que se lo pregunte. El niño puso esa cosa frente a mi, levantó la mirada y con ojos misteriosos me dijo que era un ''No-es'', la única sustancia del mundo que era lo que uno no quería que fuese.
Y así fue, esa masa salivosa no era algo que yo me quisiera llevar así que de repente me empezó a parecer algo que me encantaría llevarme, no lo podía evitar porque, había algo en ese brillo, en la forma en la que la saliva le chorreaba y goteaba hasta el piso, que empezó a parecerme genial. Sin pensarlo revise en mis bolsillos y le pague encantado al niño dos palitos de la selva, nos saludamos y vi como el niño se alejaba, llegaba a la puerta del bar y se iba derechito hacia la calle.
Ya más tranquilo pero muerto de curiosidad, apure mi cerveza, abrí las cortinas para que entrara mas luz y pudiera ver mejor mi recién adquirido ''No-es''. Cuando le pegó la luz del sol, de pronto comencé a verlo raro, me causaba algo de decepción. Al final no era tan interesante como creía, me parecía que era lo más fofo y aburrido que había visto en toda mi vida.
Así que sintiéndome totalmente engañado deje el esperpento donde estaba, me levante de la mesa y me fui a la barra. Le pedí a Randall otra pinta, le comente mi caso, como un niño me había estafado mis dos palitos de la selva.
Termine mi cerveza pague y me fui para mi casa, al día siguiente salia para Córdoba muy temprano.
Dos años después me llego una carta de Randall en la que me contaba cuánto le había costado encontrarme, me preguntaba cómo estaba... y me agradecia. Me conto que aquel ''No-Es'' termino convirtiéndose en una de las distintivas del bar Bangladesh: Enmarcado en un honorable lugar cerca de la barra, permanecia cubierto por una gruesa tela la mayoría del tiempo, hasta que algún cliente pagaba sus 5 pesos y se dignaba a verlo.
2 comentarios:
que flaaaaaaaa, filma eso
PaJaRo
quien sos?
no respondo ante terroristas
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