martes, 3 de marzo de 2009

Denso

En realidad las costillas no protegen el corazon sino que encierran el alma, sabian?.

En realidad en condiciones de presión y temperatura normales, toda realidad es poco común.

En realidad, debajo del vago que duerme en la esquina hay una puerta que oculta una central telefónica.

En realidad, creo que cada vez que uno escribe una palabra es como si uno empujase una persona más, adentro de un colectivo que avanza repleto de gente por la avenida callao.
Justamente este colectivo era el que en el mes pasado, habiamos subido para ir al jardin. Ese mismo que tardó bastante más de lo normal en llegar; pero que curiosamente, una vez que llegamos nos importo bastante poco el acento del conductor y lo perdonamos igual, porque vimos que el jardin era bastante más grande de lo que podiamos llegar a recordar. Asi que, sin pensarlo demasiado (lo pensamos. la medida justa como para pensarlo, pero justo como para pensarlo sin darnos cuenta de que lo estabamos pensado), comenzamos a caminar por ese jardin que tanto solía gustarte los miercoles por la tarde, un poco más los jueves entre las 5 y las 7 y media, y los viernes que estabamos justamente enamorados.

Mientras ibamos caminando oliamos a sueño, como si alguno de los dos ya recordara ese momento de alguna duermevela medio precisa, pero como en realidad nos parecía una sensación bastante placentera nos dejamos fluir, como si estuvieramos en condiciones normales de presión y temperatura. Fue en ese momento cuando te frenaste y ladeaste la cabeza como siempre habías hecho, me miraste y me preguntaste porqué había tenido que moverme tantas veces hacia adelante. Yo reí bastante, vos me enjuagaste una lágrima de esas que siempre me salian cuando reía, y la tiraste a una montañita de polvo que ya habías hecho hacia par de minutos, y nos venía siguiendo como si estuviera con hambre. Francamente no lo entendi muy bien pero me dijiste que era la mejor forma de sembrar un árbol.

Y mientras que, sin que nos dieramos mucha cuenta, la lágrima iniciaba su descenso hacia la mística linea a, yo no pude resistir la tentación, me resque las costillas como si algo me picara adentro pero no supiera muy bien donde, y recordé un triciclo con forma de moto que tenía guardado por algun lado. Nos subimos y a partir de ese momento fue que el viaje comenzó a avanzar en linea recta como este relato.

Tardamos unas dos horas en llegar y notar que las cosas que ibamos pasando no pasaban, sino que se aplanaban y archivaban en libros que tenias para ese fin en nuestra casa. Nos abrieron la puerta con la mayor pleitesía, como si nos estuvieran pidiendo un cafe con leche, ingresamos e hicimos el check in sentados desde unos sillones de cuero verde muy muy mullidos. Supongo que a partir de entonces yo o vos nos quedamos dormidos y, no recuerdo muy bien cuando, me desperté por el ruido de mis lentes al caerse porque Alicia tironeaba del bolsillo de mi saco. Ella se disculpo diciendo que buscaba un lugar para poder llamar por telefono para volver a su casa. Asi que nos levantamos preocupados por el tiempo que hubiese pasado, y mientras yo miraba mi reloj de pulsera en la pared, y vos abanzabas por el pasillo con los pasaportes en mano llegamos al andén, donde nos recibió un guarda con esos trajes rusticos de color rojo y acento extranjero. Tomó nuestros boletos y con mirada atenta se los entrego al gato que llevaba en su hombro. Este, con una mirada calculadora los examino, dictamino su autenticidad y de un zarpazo los corto al medio dandonos una mitad y guardando la otra en su jacket. Fue entonces cuando nos relajamos realmente, yo prendi un cigarrillo y vos apagaste uno que ya habias prendido hacia un par de dias. Pasaron un par de minutos y mientras el guarda se ponia un par de guantes de ingeniero naval, vimos entrar en la plataforma 8, un largo colectivo que avanzaba repleto de personas.

si alguno termino de leerlo gracias y lo felicito por la paciencia.

No hay comentarios.: