Víctor sonríe con desdén, mirando a lo lejos relajado, el pelo enmarañado le cae sobre los ojos cansados. Su rostro está consumido y lleno de arrugas, es de tono grisáceo y tiene unas ojeras bastante marcadas que chocan con su sonrisa de felicidad. Tras de él hay una pared de ladrillos que a penas se mantiene unida. La pared de ladrillos esta llena de escrituras y pésimos graffittis alrededor de él. El piso cubierto de polvo y barro. Víctor esta sentado sobre una vieja silla quebrada y quemada, restos de una mesada, encima de unos escombros caídos de la pared, y algo de basura. La ropa de Víctor esta hecha jirones, llena de manchas de sangre seca y grasa tras largos días a la intemperie. Aparentemente esta enfermo, y no ha comido en días, también parece haber perdido sangre, por las manchas de su ropa y algunas heridas en su ropa. A su lado y en derredor de su montículo duermen varios vagos, la calle esta llena de basura, las paredes descascaradas cubiertas de viejos carteles sobre otros carteles o sobre ventanas tapiadas con vidrios rotos. Estas paredes están formadas por los costados de dos viejos edificios, y en el fondo de ellas descansa Víctor riéndose con desdén.
[Se escuchan la risa, suave, en ecos desde lejos.]
Toda la calle comienza a cambiar: en lugar de una callejuela olvidada y mugrosa aparece un pórtico con dos puertas de madera oscura cubierta de inscripciones y tallados. Los viejos edificios destartalados se estiran y quiebran apareciendo dos columnas en su lugar, que abren a una oscura y gigantesca galería interminable llena de luces y contraluces. Atrás el montículo de basura es transmutado coléricamente en un altar en medio de un anfiteatro lleno de brillos opalescentes; los vagos moribundos cambian de vestimenta y ahora son cortesanas, animales, demonios y Ángeles y criaturas fatuas y orgullosas y sobre todos ellos, esta Víctor sentado feliz y sano sobre la hierba en un peñasco que da a un mar azul.
2 comentarios:
marian!!!!! volve...... se te extraña ruloso cuelgue!!!!
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