Franco Calabaza se desperto de su cama y sonriente miro el sol que lo
bañaba desde la ventana. Era uno de esos dias de invierno bastante
soleados en los que uno se pasa todo el tiempo preguntandose cuando va a terminar. Esa es la forma en la que el estaba, sintiendo que cada persona que estaba alrededor suyo era un suspiro, cada hora que pasaba era un impas.
Alguien entro por la puerta, se bajo el sombrero a modo de saludo - Buenas tardes, yo compro sueños- le dijo a Franco. El se rasco la cabeza "otro comerciante", y miro nuevamente por la ventana, pensando que probablemente deberia estar durmiendo para poder venderle algun sueño pero, la verdad es que ahora no podia. El se siente más a gusto a la noche para soñar. El comerciante se sentó en una mesita de de luz, se prendió un pucho. Franco le dijo "en realidad todo me parece bastante lejano ultimamente. Como si estuviese viendo una pared distraido por mas de dos horas, no se si te sirve un pensamiento o algo asi". $2.50... como mucho... es importado?... exportado del hipotalamo?. Franco medito a ver que le convenia hacer, y el comerciante lo interrumpio - para, para un momentito... potenciado y enganchado. Si seguis asi te puedo hacer un buen precio pibe. Afuera la humedad se defragmentaba y estiraba, como si fuera una masa de pan que se estira sobre la mesa.
El comerciante abrio la puerta y salio del edificio, cuando empezo a caminar olio el aire "mierda que estaba distraido el flaco este". Cruzo la esquina de Coca Sarli, y avanzo hacia un barsito medio raro.
A partir de esa tarde, Franco Calabaza dejo de pensar. A la semana la policia lo encontro tirado en el inodoro. Murio mitad dormido mitad despierto.
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