martes, 27 de octubre de 2009

A

Hacia dos horas que estaba esperando que me abrieran la puerta. La bolsa de pan, que habia comprado recien sacado del horno, ya estaba toda llena de gotas de condensacion. Igual yo lo masticaba. Como si fuera chicle. Y para entretenerme buscaba figuras entre los relieves del piso y de la pared. Me inventaba historias, pensaba soluciones a un par de quilombos que tenia en la cabeza. Era como tener una tele en la pared.
Y justamente cuando meti mi mano en la mochila para sacar la bufanda, llego ella. Caminaba rapido, con un millon de bolsas colgandole de los brazos, y una pila de libros que le tapaban media cabeza. Parecia un perchero con patas. Llego a las corridas hasta la puerta de su edificio. Ni me dio tiempo a sonreirle, o sacarme los auriculares para saludarla, que abrio la puerta, se metio adentro, me dejo afuera y enfilo para el ascensor. Colgada. Espere unos minutos. Toque el timbre. Espere otros minutos, y clave mi dedo gordo sobre el boton de bronce con todo el peso de mi cuerpo. Lo deje asi hasta que una voz chillona y electrica salio del parlante, y me respondio.
-Si si, ahora bajo.

Y bajo, con el pelo revuelto, el gorro de lana todavia en la mano y arrastrando su campera por el piso. Me abrio y entre. Afuera quedo mi mal humor del momento. Subimos.

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